Vivimos en la era de la información. Hoy poseemos más conocimientos que en ningún otro momento de la historia, pero …
¿Cuántos de estos conocimientos son realmente nuestros?
Al igual que acumulamos libros en una estantería, en nuestra mente se acumulan muchos conceptos que están ahí estáticos, potencialmente útiles, pero en la práctica no nos sirven de mucho
¿Por qué?
Porque no son conocimientos integrados. Un cuerpo no se alimenta de lo que come, sino de lo que asimila, es decir, si nuestro cuerpo tiene dificultades para asimilar el hierro, aunque comamos alimentos ricos en hierro, como nuestro cuerpo no los asimila, seguiremos teniendo falta de hierro, hace falta algún compuesto que genere una reacción química o un catalizador, para permitir finalmente dicha asimilación en nuestro cuerpo. Del mismo modo, nuestra capacidad de asimilación de conocimientos es escasa.
Está comprobado que cuando uno asiste a una clase, al cabo de pocos días se le ha olvidado la mayor parte de los conocimientos que recibió en la misma.
Por poner un ejemplo: si no sabes jugar al ajedrez, en unas pocas horas yo te puedo enseñar cuales son las reglas del ajedrez, como se mueven las fichas, incluso con un poco más de tiempo te puedo enseñar algunas de las estrategias y tácticas más comunes, pero … aprender a jugar al ajedrez, es decir, aprender a mover las fichas con cierta maestría te costará años de práctica, experiencia, ensayo y error.
Con esto quiero decir que no es nada fácil asimilar, integrar, hacer nuestro el conocimiento.Es más poderosa una persona que tiene unos pocos conocimientos bien asimilados e integrados, que una persona que tiene muchos conocimientos teóricos, pero que sólo se acumulan en su mente sin capacidad operativa. Esto se hace evidente sobre todo en la práctica.
En el mundo de la empresa, como en la vida, esto resulta de suma importancia.Hay un tipo de conocimiento que es más técnico y que resulta de más fácil asimilación. Por ejemplo, un arquitecto tiene que calcular la resistencia de los materiales a la hora de planificar la construcción de un edificio, pero esto no resulta ser un problema, pues hay fórmulas, incluso hoy en día hay programas informáticos que lo pueden calcular por ti.
Pero cuando hablamos de otro tipo de conocimientos, por ejemplo, la empresarialidad, el liderazgo, la capacidad de organización, la capacidad resolutiva, el control del estrés, la toma de decisiones, la capacidad de concentración, la motivación, las ventas …aquí la cosa cambia.
No hay ningún programa informático que pueda hacer esto.
Aunque existen formaciones, libros, vídeos, etc que aportan información sobre estos temas y esta formación es valiosa, de nuevo nos encontramos con el problema de la integración del conocimiento.
Integrar este tipo de conocimientos es algo que nadie puede hacer por ti.
Para poder integrar, o sea, hacer tuyo, dominar, este tipo de conocimientos, además de la formación se requiere un proceso reflexivo, de investigación, de auto-descubrimiento, que te permita comprender en profundidad, poder ver con claridad, hace falta poner en práctica con su correspondiente ensayo y error, hace falta asociar elementos en tu mente, desarrollar tu talento personal, generar un conocimiento propio que te permita finalmente apropiarte de dichos conocimientos.
El coaching no directivo o sin transferencia es, precisamente, la disciplina que está especializada en este tipo de integración. Como dice Leonardo Ravier: “el coaching no va de enseñar nada, sino de ayudar a la persona a aprender”, pero no sólo a aprender intelectualmente, sino a “apresar” (apre- hender) el conocimiento que te hace falta para poder alcanzar un objetivo o resolver un problema.
Enseñar conocimientos es algo que pertenece al área de la formación. Aprender a aprender, o sea, integrar conocimientos pertenece al campo del coaching.
Carlos Bernat
Coach No Directivo