La motivación es uno de los elementos más importantes, con diferencia, a la hora de intentar alcanzar un objetivo.
Dicen, y creo que con razón, que la actitud es más importante que la aptitud a la hora de alcanzar un objetivo. Cuando una persona tiene auténticas ganas reales de conseguir algo, es difícil pararla.
Hay empresas que han gastado cantidades ingentes de dinero tratando de motivar a sus ejecutivos o empleados, pero esto no funciona tan bien como podría parecer.
La palabra motivación nos lleva a “movimiento” y a “motor” como conceptos que están insertos en el concepto. Sería eso que nos hace movernos y también ese “motor interno” que nos impulsa una y otra vez.
Existen básicamente 2 tipos de motivación:
La motivación extrínseca: que viene desde afuera. Es aquella que realiza un orador motivacional (tan de moda en estos tiempos), un amigo, un jefe, un general antes de la batalla, etc.
Este tipo de motivación suele ser efervescente, suele subir rápido y si ha sido bien realizada, la persona sube su motivación y energía en muy poco tiempo …. Lo malo es que igual que sube rápido, no suele durar y se disipa tan rápido como ha llegado. Entonces la persona tiene que volver a recibir otro “chute” de energía desde afuera … es como una droga psicológica.
La motivación intrínseca: Es una motivación que viene desde el interior de la persona. Este tipo de motivación no tiene efectos inmediatos tan “espectaculares” como la primera, pero se sostiene mejor en el tiempo y es auto-renovada por la persona, ya que ella misma la creó y desarrolló con su propia reflexión y esfuerzo.
Aunque la motivación se suele entender como una subida emocional, también tiene un aspecto mental muy importante, pues cuando las emociones están sustentadas por las ideas tienen mayor duración y estabilidad.
La motivación mental tiene que ver con los “Motivos”, los motivos por los cuales esa persona quiere esforzarse y alcanzar ese objetivo.
Esta motivación, como digo es muy poderosa y capaz de sostenerse en el tiempo, pero a la vez es algo muy íntimo, que nadie puede “implantarte” desde afuera. Tiene que ver con un proceso libre, voluntario y reflexivo … de autodescubrimiento.
Por eso en el coaching No Directivo no intentamos dirigir, ni sugestionar a la persona, sino que le ayudamos a que sea ella misma, – a través de un proceso de reflexión y acción – la que encuentre sus propias motivaciones íntimas (muchas veces ignoradas o no sacadas suficientemente a la luz por la propia persona) que son las que finalmente funcionarán como un disparador de energía que le permitirá esforzarse de forma motivada y sostenida en el tiempo para alcanzar su objetivo.
Carlos Bernat
Coaching No Directivo
